Un Estado tiene el derecho a la autodeterminación, a defender su soberanía contra la injerencia extranjera que actúa en complicidad y alianza con la oligarquía buscando alcanzar el poder fuera del proceso democrático. Su objetivo es poner en práctica programas políticos que el pueblo no ha elegido y que benefician sólo a unos pocos y no a la mayoría de la población, como tendría que ser. Esta oposición es mala perdedora, sólo aceptan los resultados electorales que les dan el triunfo. Reclaman una libertad de expresión y de asociación que les permita conspirar y desestabilizar Nicaragua.
No hay mejor forma para destruir al enemigo de clase que hacer creer que forma parte de ella, en otras palabras convertirse en su caballo de Troya. Esto es lo que hace con sus críticas y mentiras la llamada “oposición revolucionaria” de algunos ex-sandinistas en Europa. Críticas que al repetirlas una y otra vez actúan de una manera sutil y eficaz para influir negativamente en la opinión internacional sobre el Gobierno de Daniel Ortega en Nicaragua. Por un lado, se ocultan los avances y triunfos de la Revolución Sandinista actual y, por otro, se le tilda de represivo, autoritario, corrupto y despreocupado hacia las mujeres, ancianos y niños. Todo ello encuentra eco en los medios de comunicación gracias al amparo del monopolio y la manipulación mediática que existe en EEUU, Europa, Latinoamérica y muchos otros países con gobiernos vasallos.
La oposición “revolucionaria” nicaragüense renunciando a los motivos por los qué luchó en los setenta y ochenta, actúa pues en connivencia con la “Contra” frente a la cual supuestamente se enfrentó en aquellos años. Esto se deduce de la justificación que hace de los hechos de 2018; al calificarlo como un levantamiento “popular y pacífico”, lo cual induce a pensar que, ¿o formaban parte de estos actos violentos o los apoyaban?. Éste ni fue un levantamiento, ni fue popular y mucho menos pacífico. Fue un intento de golpe de estado violento y orquestado por el gobierno de los EEUU a través de sus distintas agencias como la USAID y por los grandes intereses empresariales nicaragüenses en el agro, la industria, el comercio, la educación privada universitaria y sectores estudiantiles y profesionales de derechas, junto con la participación de un sector de la iglesia católica en Nicaragua, con el objetivo fallido de provocar la renuncia del Gobierno de Ortega y el adelanto de las elecciones generales.
Las críticas de esta “oposición” nunca se han dirigido a los graves casos de corrupción ni a las políticas neoliberales aplicadas en Nicaragua de 1990 a 2006 por los gobiernos de Violeta Chamorro, Arnoldo Alemán y Enrique Bolaños que hicieron un severo ajuste fiscal con gran reducción del Estado y del empleo público, la privatización de bancos y empresas públicas, el incremento del desempleo, subempleo y de la economía informal, la reducción de la inversión en el sector energético. A diferencia de ello, el gobierno de Daniel Ortega se ha mostrado muy preocupado y comprometido por implementar políticas públicas como la gratuidad de la educación y sanidad en todos los niveles para la población. Lo mismo en infraestructura, en 2020 se habían construido mas de 2100 kms de carreteras, puentes, 26 nuevos hospitales y consultorios; ostentando Nicaragua la red hospitalaria pública más grande de Centroamérica. También se ha mejorado el transporte público, el abastecimiento de agua potable, el saneamiento de las redes de desagüe y el suministro eléctrico que llega al 90% del país. Respecto a los programas sociales, se ha hecho hincapié en los sectores más vulnerables, mujeres, jóvenes, ancianos, niños y poblaciones de las zonas rurales. Se ha construido vivienda pública, titulado las tierras, promovido la soberanía alimentaria con el campesinado como protagonista; avanzando en la erradicación de la pobreza extrema, el analfabetismo, el desarrollo de la Costa Caribe Nicaragüense y de sus pueblos autóctonos y en la política de igualdad de género. Hay que destacar el protagonismo de la mujer en cada uno de los proyectos y programas sociales y resaltar que Nicaragua ocupa a nivel mundial el 6º lugar con mayor igualdad de género por encima de EEUU. A modo de ejemplo el 52% de escaños en los Parlamentos a nivel nacional son ocupados por mujeres, según datos para 2023 del Banco Mundial.
Urge pues una respuesta decidida de apoyo al pueblo nicaragüense organizado a través del Frente Sandinista de Liberación Nacional y liderados por los compañeros Copresidente Daniel Ortega y Copresidenta Rosario Murillo para que puedan seguir implementando estas políticas de desarrollo social y hacer frente a la continua injerencia del Gobierno de EEUU y sus cómplices dentro y fuera de Nicaragua.
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Comité Europeo de Solidaridad con la Revolución Popular Sandinista.
24 de marzo de 2025.